La inflación de los productos básicos castiga el bolsillo de las familias con menos recursos
Un informe del Instituto de Investigación Urbana de Barcelona (IDRA) ha confirmado la existencia del fenómeno conocido como cheapflation en España. Los datos son contundentes: entre 2021 y 2024, los productos alimenticios más económicos experimentaron una subida del 37%, muy por encima del 23% que aumentaron los artículos de gama alta. Esta dinámica inflacionista afecta desproporcionadamente a las familias con menores ingresos, que destinan un mayor porcentaje de su renta a la cesta de la compra básica.
El estudio, publicado este miércoles, revela que la inflación de los alimentos casi se duplicó respecto a la general tras la pandemia, concentrando su impacto en los productos de primera necesidad. Cuando los hogares con menos recursos intentan adaptarse al encarecimiento generalizado -que ronda el 40% en los últimos cinco años- suelen optar por marcas blancas, reducir formatos o elegir artículos de inferior calidad. Sin embargo, estas alternativas económicas han registrado subidas de precio incluso más intensas que los productos de gama media o alta.
El impacto social de la cheapflation en la salud y la economía familiar
La evidencia sobre esta dinámica es contundente según el IDRA. Una investigación publicada a finales de 2024 en el Journal of Monetary Economics, que analiza los precios unitarios de alimentos vendidos por 91 grandes minoristas en diez países, corrobora este patrón de cheapflation a nivel internacional. El fenómeno no solo afecta al bolsillo de los ciudadanos más vulnerables, sino que también tiene consecuencias directas sobre su salud.
En Barcelona, más del 60% de las personas con rentas bajas sufren sobrepeso u obesidad, siendo estas enfermedades notablemente más frecuentes entre la población con menos recursos. La cheapflation contribuye a este problema al encarecer precisamente los alimentos más básicos, limitando el acceso a una alimentación equilibrada para los colectivos más desfavorecidos. Esta situación crea un círculo vicioso donde la inflación diferenciada por gamas alimentarias amplía las desigualdades sociales existentes.

Los factores detrás del encarecimiento de la cesta de la compra
La inflación alimentaria es un fenómeno complejo determinado por múltiples factores. De acuerdo con el Instituto de Investigación, el incremento de los precios «no siempre responde a dinámicas propias del sector, sino que a menudo está vinculado a tendencias macroeconómicas globales». Entre estos factores se incluyen los costes energéticos, las disrupciones logísticas, los conflictos geopolíticos y los movimientos financieros que afectan a los mercados internacionales de materias primas.
El IDRA recuerda que, desde la crisis de 2008, los alimentos se convirtieron en activos financieros, lo que empujó los precios de las materias primas hasta el punto de que la FAO alertó de una «burbuja especulativa» con efectos «devastadores» para los más pobres. «Esto provocó una desconexión entre los precios en los mercados internacionales y las condiciones reales de producción y oferta», subraya el informe, generando una volatilidad extrema con graves consecuencias sociales.
La concentración del sector y el crecimiento de los márgenes empresariales
Paralelamente, el IDRA apunta a la progresiva concentración del sector agroalimentario mediante fusiones, adquisiciones e integraciones verticales de la cadena de valor. Este proceso ha consolidado «un sistema oligopólico en el que las decisiones de un número reducido de actores pueden provocar movimientos significativos en los mercados globales», amplificando los efectos especulativos y contribuyendo al fenómeno de la cheapflation.
El estudio revela que los márgenes empresariales del sector agroalimentario en España son los que más han crecido desde 2020, con un incremento del 38,1%. Gran parte de estos beneficios se han concentrado en un reducido grupo de grandes corporaciones que forman lo que el IDRA denomina «oligopolio agroalimentario», conformado principalmente por Vall Companys, Coca-Cola Europacific Iberia, Ebro Foods, bonÀrea, Nestlé y el Grupo Fuertes.
El contraste entre beneficios empresariales y salarios del sector
Estos seis grupos controlan más de un centenar de empresas y marcas de productos cárnicos, lácteos, arroz, pasta, harinas, agua, bebidas azucaradas e incluso de cosmética, inversiones inmobiliarias y parques acuáticos y zoológicos. En conjunto, estas empresas han incrementado sus beneficios en los últimos años, sumando un total de 1.281 millones de euros en 2024.
Durante el mismo período, la distribución minorista, liderada por cadenas como Mercadona, Carrefour y Lidl, también ha registrado ganancias históricas y ha elevado su rentabilidad hasta casi 7.500 millones de euros. Mientras tanto, los salarios del sector alimentario en España son más bajos que la media nacional -aproximadamente un 10% menos según la Encuesta Anual de Estructura Salarial del INE-.
En algunas industrias como la de la fruta en Lleida y Andalucía, alrededor del 40% de los trabajadores no tienen contrato laboral, lo que evidencia las profundas contradicciones de un sector que genera enormes beneficios mientras mantiene precarias condiciones laborales y contribuye al fenómeno de la cheapflation que tanto afecta a las economías familiares más vulnerables.